viernes, 17 de julio de 2009

Cartas y Asociados S.A. de R.L.

En mangas de camisa y con el corbatín anudado como símbolo de pulcritud, el señor L. acomodaba en riguroso orden temático las cincuenta y cinco cartas en sus respectivos expedientes.
Terminados los preparativos, el señor L. suspiró gozoso. De su gran escritorio, abrió el cajón izquierdo para sacar un pañuelo. La inicial de su nombre, bordada con hilo azul y en tipo gótico, contrastaba con la blancura del encaje. Dobló el pañuelo con delicadeza. Secó las pequeñas gotas de sudor que se aferraban a su frente. Tuvo la sensación de encontrarse bañado por una lucidez indómita, y con el vigor de un mariscal en campaña, presionó el botón del conmutador.

- ¡Buenos días señorita!
- Buenos- contestó una voz añeja en su fastidio.
- Haga el favor de pasar al expediente treinta y dos.

El señor L. sin esperar la respuesta se enfrascó en el aseo de su monóculo. Inspeccionó el expediente y no satisfecho con la transparencia de su visión, limpió de nueva cuenta el altivo monóculo.
Al abrirse la puerta de su oficina, un potente rayo de luz se ablandó sobre la alfombra.

-¡Adelante, adelante! –invitó el señor L. mientras jugueteaba con su pluma de carey.

Una gabardina impersonal se acercó presurosa al escritorio.

-Permítame su comprobante de registro... ¿lo trae?...perfecto.

Una mano huesuda extendió la tarjeta. Con mirada sagaz el señor L. observó la callosidad violeta del dedo medio.

-Escribe usted a mano, ¿verdad? Hábito irreprochable, es más permítame felicitarlo. No hay como escribir con su propio puño y letra... después, si se quiere, porqué no, podemos utilizar la máquina... Disculpe que no le ofrezca una silla, usted sabe que nos encontramos en plena mudanza y, para nosotros, lo más importante es tener las cartas y los expedientes en orden.

El señor L. sonrió benevolente al mirar su reloj, apoyó sus dedos sobre el escritorio y prosiguió solemne:

-En contra de nuestra costumbre, nos vimos obligados a enviarle un telegrama para solicitar su presencia. ¡Hecho inaudito!, créame. Quebrantar las reglas nos fue muy penoso. Hubiéramos preferido una carta, pero la urgencia del caso lo ameritaba... No se podrá quejar, la redacción del telegrama se hizo con el más riguroso estilo que exige el género: síntesis y claridad absoluta... pero, entremos en materia querido amigo; lo mandamos llamar por dos razones: la primera, para participarle los avances de este Centro y la segunda... bueno, usted habrá sacado sus conclusiones. Antes que nada, quiero aclararle que todos los pormenores se le harán llegar por carta a vuelta de correo. Nuestra reunión tiene exclusivamente un carácter informativo muy general... No se impaciente amigo mío, todo por orden, usted bien sabe que la estructura es lo primero.

El señor L. destapó el frasco de porcelana que siempre tenía sobre su escritorio, introdujo una cucharita de plástico y sorbió un poco de miel de abeja. Al sentir que lo invadía un aliento aterciopelado, su voz procuró acariciar cada palabra.

-Nuestra Mesa Directiva, a través de la Secretaría General de la Sección Cuarenta y Cinco, a mi cargo, se complace en informarle el éxito sin precedentes que ha tenido nuestro Centro, del que usted, sin lugar a dudas es un miembro distinguido. Cada día nuestro Centro se extiende incontenible, ganándose la confianza y respeto de nuestros asociados. Con decirle que ya en cualquier rincón del país, contamos con una Sección autorizada y en comunicación permanente con su Centro Madre. Tenemos Secciones regionales, municipales y de distrito que cubren prácticamente todo el territorio nacional... ¿No se alegra usted?... ¡Imagínese! cada hora recibimos un alud de cartas... Nuestra Mesa Directiva, con gran visión y después de acaloradas discusiones, aprobó la formación de un Instituto de Investigación con los mejores cartistas del mundo, que se encargarán de estudiar con profundidad el contenido de nuestro gran archivo, para después, publicar una antología semanal, que a petición de los asociados se les enviará por correo sin costo alguno. También se dispuso la creación de un Departamento de Archí bonhomía por computadora. La modernidad amigo mío... la modernidad.

Con la mirada atónita, el hombre del impermeable permanecía de pié, como un fantasma en su ambiente. El señor L. le ofreció un respiro cordial. Limpió su monóculo. Sacó la carta de un fólder y esperó a que llegara la inspiración.

-Amigo mío, ha llegado el momento que a usted más le interesa. Supongo que habrá intuido lo que voy a decirle... Tómelo con madurez, ¿quiere? Su carta ha sido rechazada. Vamos no se desanime... esto es así. Le aseguro que haremos todo lo que esté de nuestra parte para solucionar el problema... Su carta fue recibida por el Departamento de Estilística, el veinticuatro de febrero del año en curso. Después de un concienzudo análisis, y con sus respectivas acotaciones y sugerencias, se turnó a la Secretaría General. Yo personalmente la he leído con mucho cuidado y estoy de acuerdo con nuestro Departamento de Estilística. Amigo mío, usted se ha despeñado. Un error imperdonable, elemental... ¡Su carta ha perdido al sujeto!... No se preocupe, esto suele pasar... Nuestros expertos lo denominan error por ofuscamiento. Yo para serle sincero, califico ésta perdida del sujeto con más severidad. Usted ha cometido el error del testarudo. ¿No haberse dado cuenta de la pérdida del sujeto, porque me imagino que usted relee y corrige su carta antes de mandarla? En fin... no se preocupe. Su problema tiene solución... Lo que más me agrada –se lo digo de manera confidencial- es la inutilidad y obsesión del contenido. Una de las virtudes más caras de éste Centro, se encuentra precisamente en las cartas que nos dan a entender la inutilidad de la escritura, la obsesión en sí misma, la pérdida total de cualquier interés que no sea escribir. Egoísmo fascinante, ¿no cree usted?...

Conmovido por sus palabras, el señor L. sacó su libreta de apuntes y escribió con gran soltura: “obsesión más inutilidad, igual a escritura. La escritura es directamente proporcional al egoísmo que la provoca”. Guardó su libreta y continuó en tono familiar:

-¡Sí usted supiera la cantidad de cartas que he leído! Se sorprendería, se lo aseguro. En mis cuarenta años de servicio, he visto desaparecer familias enteras, ¿digo familias? Generaciones se han perdido por una obsesión. Mundos se inventan y se destruyen al mismo tiempo. Suicidios, abandonos, homicidios. La relación humana pierde sentido. ¡Imagínese! Y esto lo sabe mejor que yo, que de buenas a primeras un individuo lo deje todo: esposa, familia, amigos, trabajo; porque decide que la única finalidad de su existencia se encuentra en escribir sus propias cartas, pensar que el mundo sólo le pertenece al escribirlo... Usted se preguntará ¿cuáles son los temas más frecuentes?. No existe respuesta. Me he encontrado, desde la transformación de un individuo por tener una piedra en el zapato, hasta la perdida total de la identidad. Nada se escapa a la obsesión amigo mío... nada. Según veo en su expediente, usted ha enviado treinta cartas. Debe estar tranquilo, su existencia no es tan inútil... Sólo me resta recordarle que a la mayor brevedad posible, le enviaremos por escrito el estado que guardo nuestro Centro; los éxitos y proyectos para éste año; la lista de todos lo asociados, así como de sus direcciones.
La carta rechazada no se la podemos entregar en éste momento, usted la recibirá junto con otra, donde se amplía nítidamente el motivo del rechazo... Quiero ofrecerle de nuevo la disculpa de nuestra Mesa Directiva y la mía en lo personal, por haberlo citado a través de un telegrama. Le aseguro que no se repetirá.

El hombre del impermeable se alejó muy despacio, mientras fijaba en su memoria la imagen del frasco de porcelana, que obsesivamente contempló todo el tiempo.
Con una satisfacción refulgente, el señor L. arregló los papeles de su escritorio, limpió su monóculo y presionó el botón del conmutador.

- Señorita, haga pasar al expediente dieciocho... ¿No me escucha?... Que pase el expediente dieciocho.
- ¿Qué nombre?
El mundo estalló en los oídos del señor L. tiró el monóculo, derramó la miel sobre el escritorio.

-¿Cómo es posible que corrompa la razón de ser de nuestro Centro? Es inconcebible... ¿Quién la contrató?... Lo que importa señorita, escúchelo bien, lo que importa en éste Centro no son los individuos, mucho menos sus nombres. Grábeselo señorita, lo que importa son las cartas... únicamente las cartas.
Sergio Astorga.

Acuarela/papel 56 x 76 cm.

24 comentarios:

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Inutilidad, egoísmo, pérdida, invisibiilidad. Y lo que importa no, no somos las personas. Está usted duro durísimo querido pintoescritor amigo. ¡Muy triste para los tiempos que recorro!
Y precioso.
Un beso

Maribel Romero dijo...

Qué sorprendente relato, crítico e incisivo.

...“obsesión más inutilidad, igual a escritura. La escritura es directamente proporcional al egoísmo que la provoca”. Ahí es nada.

Y qué decirte de ese final rotundo, no importan los individuos, no, ni sus nombres, suele importar siempre lo más superfluo.

Me ha encantado.

Un abrazo a la carta.

Lola Mariné dijo...

Es un relato muy original, genial.
Como no podia ser menos.
Saludos.

Sergio Astorga dijo...

Izaskun, como sabes hay siempre un delante y un envés, la deshumanización de la burocracia creada por nosotros y la obsesión artística, en este caso literaria. Creo que pocos pueden escapar a ésta realidad y a esos pocos me gustaría conocer.
La realidad es dura y duradera.
Un abrazo que ablande un poco los picos del hoy.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Maribel, es curioso, no se si relevante, pero me gustaría comentarte, cuando escribí el texto estaba pensando en la obsesión de escribir y el mundo burocrático que paradójicamente se interesaría por los actos creativos. Por otro lado el anonimato nos asusta, nos aterra. Y el dedicarnos a una actividad simple y sencillamente porque queremos, provoca una reacción crítica que califica esta acción desinteresada como carente de ambición.
También está el muro del aparato burocrático que anula cualquier posibilidad individual y por tanto crítica.
Son estas ambigüedades que en tu relato describes muy bien.
Un abrazo que llegue a la página dos.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Lola Mariné, como ves? carta por carta, letra por letra, todos con un blog en la mano.
Un abrazo con todo y prólogo.
Sergio Astorga

Blanca Miosi dijo...

Sergio, no sé por qué tenía la impresión al ir leyendo el relato, de que se trataba de cartas de la vida enviadas a algún lugar en el que un ente misterioso junto a una "Mesa Directiva" clasificaba y calificaba las cartas de los suicidas, de los que escriben sus cartas postreras, de los individuos que van a cometer asesinatos... en fin, de todo aquel que escriba por algún motivo en el cual le vaya la vida.

El sitio, como en la Tierra, un ente burocrático, un brazo más de los que los mortales conocemos como vida normal, y puesto a valer bajo nuestros parámetros: toda oficina del Estado, (en este caso del cielo o infierno) debe ser burocrática) así pues, el lector de cartas encargado de entrevistar a lo autores uno a uno, habla con el mismo idioma rimbombante, sin sentido, en el cual muy de vez en cuando, por casualidad, se le cuela alguna frase para la posteridad, la cual debe anotar a fin de no olvidarla, mientras el evaluado lo mira como un fantasma fuera de su ambiente, aunque tú has puesto "Como un fantasma en su ambiente", lo que me dio derecho a escribir todo este galimatías que dudo que puedas comprender, porque soy así, mi imaginación me juega malas pasadas.

Un abrazo,
Blanca

Sergio Astorga dijo...

Blanca, en cierto sentido concuerdo contigo, tengo varias asociaciones en relación a los escritores de cartas, que en este caso es un género, como podía ser de relatos o de poesía, el escritor se auto enjuicia y envía su carta producto de su trabajo inicial o postrero a un centro donde es enjuiciado y que independiente del resultado él, el escritor de cartas seguirá escribiendo porque su único sentido vital es escribir y el aparato, que irónicamente se interesa por su actividad, acapara, dispone y usa en su provecho el producto de los que obsesivamente se dedican a una actividad creativa.
Esta es una visión, pero me es más
Interesante la tuya porque la llevas a un ámbito metafísico.
Una nota, el escritor obsesivo cuando observa un detalle que le llama la atención, se perpetua en él y por más absurda o denigrante que pueda ser su situación él ya tiene en su mente el detalle que explotara después cuando escriba.
Como vez ya entramos en un galimatías que se antoja infinito.
Será mejor que te escriba una carta.
Un abrazo con sello postal.
Sergio Astorga

Anónimo dijo...

Sergio, si. esas cosas continuan pasando. Es tan facil ser asi, y que el otro las acepte tambien!, por que es algo para lo que los dos bandos estan condicionados. Pero solo basta subir un poquito "la pi~ata" para mover actitudes., solo asi cambiaremos, moviendo de la zona de confort al otro, y dejando de "aceptar" las mismas cosas.

UN abrazote grande!.

CARO

Sergio Astorga dijo...

Caro, en ese sentido tienes todo el sentido a tu favor, girar la tuerca y pum! todo el sistema, estructura, se viene abajo, infelizmente o afortunadamente es un cambio individual el que genera la explosión en cadena.
Un abrazo más cariñoso que el otro.
Sergio Astorga

Anónimo dijo...

SERGIO:

P.D.! NO puedo irme sin decirlo! Me gustan todas tus obras, pero esta la ponga en la lista de favoritas! GENIAL!!!!

ABRAZOTE

Anónimo dijo...

Upsssssss que rapido para contestar!, jajjaa. Aqui entre nos... entiendo perfectamente de lo que hablas, por que ESTOY DENTRO de "ese medio"., y si esas situaciones te parecen tan TAN Tan (pon la palabra que quieras) desde adentro es, mmmmmmmm no quiero escribir la palabra.

EL cambio es individual, totalmente de acuerdo, pero asi como habra compa~eros que se veran AGREDIDOS, habra otros que sienten un poco de pena y CAMBIAN. Lo estoy viviendo!. Asi que HAGAMOS LA DIFERENCIA. no?.

Sergio Astorga dijo...

Caro anónima, te cuento, esta acuarela son lectores y hay varios textos, unos solamente virtuales, hay dos poemas en griego de Safo y dos textos de Ovidio en latín, a mi me gusta mucho y la expuse una vez en la Universidad Iberoamericana Campus Estado de México y como no tuvo mucho jaleo ya no la he vuelto a exponer, hasta hoy,
Me encanta que te guste ya somos dos.
Otro abrazo firmado.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Caro, como dirian en esos lugares liberrimos, ya le estamos dimos dando, a veces la diferencia no es cuestión de talento, si de valor.
Un abrazo envalentonado.
Sergi Astorga

Olga Bernad dijo...

Oh. Inquietante de verdad, Sergio. Lúcido y absurdo. A mí también me ha hecho pensar un poco en la blogueína que corre ahora por nuestras venas y en lo fácil que es que lo urgente no deje ya no tiempo, sino ni siquiera espacio, a lo importante.
Sólo discrepo en una cosa: la diferencia es de valor, seguro; pero también de talento, esa cosa que ni se vende ni se compra... ni se acaba de aprender.
Abrazos y felicitaciones por el relato.

Sergio Astorga dijo...

Olga, un gusto verte por aquí espero que tu descanso este siendo fructífero. Es verdad con el talento la mediocridad tiembla, tartamudea, amenaza, se incomoda, impide, y a veces asesina. Un talento vale más que mil funcionarios.
Un abrazo sin monóculo.
Sergio Astorga

Triana dijo...

...“obsesión más inutilidad, igual a escritura. La escritura es directamente proporcional al egoísmo que la provoca" ¡Toma del frasco Carrasco!...
Sergio cuanto se de eso en mis muchos años de trabajo, cuanto luche porqué cuando alguien se refería al enfermo ingresado en el Hospital, se le llamara por su nombre y no por el numero de su cama o por su patología, el 312 o la hepatitis de la 15... me hacía daño escucharlo, pero... así es somos y así de cruel es, he personalizado, pero me has llevado a mis años de rebeldía en los que me enfrentaba cada día con costumbres y usos que estaban lejos de respetar la dignidad de cualquier ser humano.

Te tengo que dar las gracias por esta entrada, creo que nos debería hacer reflexionar a todos cuanto menos.

Si me das tu permiso, me gustaria llevarmelo a Trianarts.
Como dice Izaskun, un abrazo fuerte Señor de las letras y la pintura.

Araceli Esteves dijo...

Muy buen relato. Nada tan delirante como la absurda "burrocracia".
Felicidades.

Sergio Astorga dijo...

Triana, ahora que ya vi tu nueva y aireada casa, ya casi es de cal y canto, será un honor que lleves al Señor L. a ver que obsesión encarna para escribir.
La burocracia y el desprecio a las personas es fatalmente la razón de su vigencia.
Vivir en rebeldía, es la mejor manera de ser individuo y evitar, casi como instinto de preservación, tu dignidad humana.
Un abrazo de rebelde a rebelde.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Sergio Astorga Araceli, que grata sorpresa, es difícil visitar a todos los blogs que me interesan, a veces sólo los visito y no comento y a veces me pasa con el tuyo. Sería interesante realizar una antología de comentarios blogueros, tal vez podríamos sacar preferencias y gustos literarios, claro siempre y cuando no nos limitemos a saludar.
Delirante y monumental, la burocracia es un mecanismo tan perverso que parece que se autogenera y encontrar el comienzo y su cauda es sumamente difícil, porque se ha convertido en forma de vida.
Un abrazo para el futuro que no espera.
Sergio Astorga

Inuit dijo...

En esta época en la que vivimos se escribe tan poco a mamo que casi que nos olvidaremos de cómo se cogen los lápices, los bolis, las plumas...
¡Con lo bonitas que son las escrituras a mano!
Un relato muy bien construido.
Inuits

Sergio Astorga dijo...

Inuit, grata tu visita y comentario, tú que sabes no sólo apreciar sino descifrar los rasgos, los impulsos, los vínculos de la letra escrita a mano y su dueño, tendrás esa casi nostalgia y esa nostalgia dentro de todo éste mundo burocrático se hace constar porque el centro sólo recibe cartas escritas a mano, algunas burocracias tienen aspiraciones sutiles.
Un abrazo caligráfico.
Sergio Astorga

PIZARR dijo...

¿Sabes? al leerte me preguntaba ¿ me verá alguien así en el puesto público que ocupo? Sinceramente intento cada día humanizar un poco ese paquidermo lento que es la administración y creo que lo consigo en mi pequeña parcela.

Tremendo el texto, pero por desgracia muy real en muchas facetas de la vida actual.

La acuarela fuera de serie Sergio, esos textos en griego, latín y no alcanzo a descifrar el resto de letras... !Eres genial!

Un abrazo

Sergio Astorga dijo...

Pizarr, me encantaría entrar de incógnito, aún más de lo que soy, a tu oficina y entablar un dialogo, me parece que sería encantador, siempre y cuando estés en un buen día y yo también, el azar y la incertidumbre no son propios de la burocracia, en tu caso no habrá problema.
La acuarela, es de esos trabajos que uno sabe que la hace porque sí, porque sabe que es íntima, a mi me gusta mucho y es como otro cuadro donde escribí el soneto, que es el que inaugura, la primera entrada, este soneto autobiográfico lo enmarque en dibujos y lo escribí y la gente no sabía si comprar el dibujo o el soneto, por supuesto lo tengo en casa.
Un abrazo en signos indescifrables.
Sergio Astorga

*disculpa contestar hasta hoy andaba de gato montes.