domingo, 29 de diciembre de 2024

Picante noche


PICANTE NOCHE 


Su vida tuvo notas de miel, poseía burbujas de pensamiento finas y elegantes. En suma, tenía aromas de frutas y pastelería. En la noche de San Crispín y San Crispiniano, como si fuera poseído, salió a medianoche. Corrió por la ría, sudó sus aromas. Con la carrera perdió su corazón. Él, tan enamorado, tan político. Se bajó los pantalones, se hundió en la fría agua del río. Montado en la corriente supo que hay noches que pican, que dan ganas de mojarse. 


ALIENTO 


Con su aliento de amoniaco se enamoró locamente de unos labios mortíferos. Él volaba, sumergido en la esperanza. María Luisa, suspiraba. Si tu quisieras, las horas anidarán celestiales tonadas. Que delicia que seas tan ligera, tan etérea. Me gustas porque presientes mi respiración. 

¿Por qué sales volando? 


DE OÍDAS 


Érase un toro herido buscando refugio. Un beso engendró el deseo de buscar pareja. Nació animado por una madre suspensa de la respiración de Marte. A sus orejas llegó el llamado colérico de la lujuria. Recorrió la dehesa de norte a sur. En un lecho de piedra miró recostada a esa Artemisa con las vulvas rojas expuestas. No habita remedio posible, el Toro siguió la tentación del rapto. 

La llevó en su lomo, domando el cuerpo, ella, apretando sus piernas no pronunció palabra. Alguien husmea el rapto y se le exprime el corazón. Los siguió, y cuando el toro intentó mordisquear la oreja de Artemisa, una lanza cruzó su oreja. Las colinas se tiñeron de violeta y los pastores cuentan historias distintas, esta es una de ellas. 


Antología, gracias a los Editores por su desición de publicar estos textos

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