martes, 18 de septiembre de 2012

Un besito de amor


La niña huía  con el pecho apretado. Entraba en la casa corriendo, aventaba sus cuadernos y se encerraba en el baño a lavarse la cara. -¡La odio! –decía, en tanto se estregaba los labios con tal fuerza  que pronto la hinchazón era tan notoria que se sentaba en la tina a llorar.

A la salida  del colegio, su madrina con su viperina mueca, la esperaba en la puerta. De inmediato le reclamaba el beso en la mejilla: -Ya me di cuenta que a las otras les das dos besos y a mi sólo me das uno. ¿Te parece bien?, si esos zapatos tan lindos te los compré yo. Porqué no traes la camisa de holanes que te regalé. ¿No te gusta?

La niña engarrotada por el fuerte olor a sudor y por las gotas de saliva que salían disparadas de la boca de la madrina, veía la gesticulación de un rostro poseído por alguna fuerza que desconocía. El jalón que sintió de su brazo la devolvió al camino que la llevaba a su casa.

Sin dar importancia a las uñas que se le clavaban en el hombro llego a la puerta.
-La comida te la dejó tu mama en la cocina. ¿Mi beso?
La niña sintió la aspereza de una piel seca y áspera. –Por eso mi madrina nunca se casará. Envenena.

Sergio Astorga
Diseño computadora sobre acuarela.


10 comentarios:

Alicia Uriarte dijo...

Sergio, ya la imagen mostraba un mundo convulso como adelanto de este relato que hoy nos muestras. Realidades ocultas que, unas veces sin querer y otras veces queriendo-esto es lo más terrible-, ejercen violencia sobre pequeñas almas cándidas. Hay gestos que hieren y amores que matan.

Un abrazo.

Sergio Astorga dijo...

Alicia, has tenido una lectura impecable. Las apariencias siempre ocultan una violencia que por años convive y forja un tipo de relación, por de más humillante.

Abrazos libres.

Maribel Romero dijo...

Los universos de la infancia encierran un análisis muy puro de la realidad. Los niños tienen un ojo para distinguir el bien del mal que ya quisieran muchos jueces. Lástima que a veces se callen.

Bonito e inquietante relato.

Un abrazo redondo.

María Eugenia dijo...

¡Ay, Sergio, qué vigente y universal este relato! Ya apuntan Alicia y Maribel esa realidad dolorosa que se padece al interior del hogar, en donde se debería estar a salvo de la violencia, de ese enloquecedor ejercicio del poder del más fuerte frente al débil que sufre en silencio, porque, además, quién les cree a los niños.
Abrazos.

Myriam B. Mahiques dijo...

Sergio, como siempre vengo a contramano con mis interpretaciones a priori. Primero, veo un mundo editado, luego veo una serpiente con forma de continente, imagen influenciada por el relato. Y qué tal si de pronto la madrina es buena y la niña lo ve todo desfigurado para mal en su niñez? Mis hijos ven flores donde yo veo cardos y viceversa, son distintos puntos de vista. Ah, si no fuera tan tarde para mis ojos, te escribiría un comentario doble. Un beso,

Myriam B. Mahiques dijo...

Sigo, al respecto, estoy casi terminando un libro en project Gutenberg, The Turn of the Screw, y es la historia de dos niños angelicales, que no lo son. Tenés que ver la película así la comentamos...

Sergio Astorga dijo...

Maribel, al leer tu comentario recuerdo mucho de tu libro Los Meses cuenta, que como sabes hay cuentos que me encantan. Sí, los niños perciben y callan. No siempre son tiernos, ni buenos, eso es un lugar común, pero cuando se trata de percibir el cariño, lo sienten hondo y las hipocresías de trato con los años se revelan.

Tu visión me estimula.

Un abrazo entero

Sergio Astorga dijo...

María Eugenia, realidades dolorosas y muy ciertas y como siempre la realidad es mucho más cruel y aplastante. En estas crisis de hoy tendríamos que reflexionar duramente sobre las relaciones ya de estado, ya de familia que solo han generado violencia.
Las relaciones de poder, en este caso es de adulto mujer (que estadísticamente es la que ejerce la violencia psicológica mayor) contra la menor. Debemos apuntar además que la relación de poder también se da en sentido contrario, los llamados pequeños dictadores son violentísimos.

Problema grave es el de creer a los niños lo que sienten. La indiferencia adulta es lo común.

Abrazos para creer.

Sergio Astorga dijo...

Myriam, punto de vista agudo. Es un mundo editado por el computador.

El segundo punto puede ser ambivalente, no hay sólo un camino la niña o la madrina pueden tener figuraciones o perversiones. En este caso hay una diferencia entre interpretación visual, volvemos al ejemplo del Principito, todos ven un sombreo cuando hay un elefante comido por una boa, y la percepción del cariño y el afecto. También quisiera decir que se trata de una niña y creo que son mucho mas agiles en percibir los dobles sentidos en los afectos. La visión del niño, a mi ver es distinta. No es tan fina. Esta serie de textos: Cosas de Familia” pretende tocar todos estos detalles. Poco a poco voy a reunir textos que mostraran el reverso de la moneda de la no tan apacible vida en familia.

Como le comentaba a Maribel, la niñez también esta llena de mitos y hay verdaderos delincuentes de pantalón corto. El proyecto de Cosas de Familia es largo y espero contar contigo para tus comentarios.

Abrazo muy cordial (de cortex)

Sergio Astorga dijo...

Myriam, hace mucho tiempo vi la película y me dejo pasmado. Como una mente o alma o como quieres llamar, puede llegar a una patología. Porque me parece que ya era un trastorno de personalidad lo que tenía uno de ello. La diferencia que yo he encontrado es que la violencia que ejerce la familia es de larga vida, es decir necesita tiempo para ir carcomiendo la individualidad. La violencia es calla, perversa. La violencia es ejercida no es para matar, es para torturar.

Me gustaría volverla a ver la película, tal vez en you tube.

Abrazos sin ángel.