lunes, 22 de junio de 2015

Juana de Mora


El destino se enredó a su cintura. Las astas del viento le tornearon los párpados de serrana. Fue en la noche de San Juan, cuando nació a las dos de mañana. Considerando que llovía y el vapor se componía de lóbregos cantos de vida y esperanza que repercuten en una manera de ser mítica, Juana de Mora, siempre supo que en su frente había un sol que calcina y calienta a la vez.
Decir casa es decir su alma. La lengua no se contiene y hay cantos para festejar a Juana de Mora, que le gusta la vida hondamente, tomando café hirviente y rodeada de esos niños que le lanzan piedras cono si fuera confeti.

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