domingo, 1 de agosto de 2010

Agosto


8 comentarios:

Lola Mariné dijo...

Agosto, el mes en que nací. Aunque creo que a partir de ahora celebraré mi cumpleaños en septiembre, el mes en que naceré a una nueva vida.
Bonito dibujo y bonitos pensamientos, como de constumbre.
Feliz agosto.

Marisa Peña dijo...

Ya sé que está aquí agosto, porque´tú nos lo traes.Besazos.

Gemma dijo...

Flechador, tú apunta y canta que nosotros tenemos a Sergio, que nos dibuja...
Besos

María Eugenia Mendoza dijo...

Una ofrenda de palabra sagrada, de color intenso, de canto vivo da la bienvenida a agosto.
Cada amanecer de agosto y de todos los meses daremos gracias por la puntería del flechador.
Sergio: has provocado recuerdos tan grandes como Monte Albán y Mitla, diversos como el mercado de Oaxaca, alegres y pícaros como la Guelaguetza y deliciosos como los moles, el chocolate y ese enmarañado queso o quesillo que se funde sobre las tlayudas y las tortillas recién salidas del comal.
Va un abrazo ceremonial.

Sergio Astorga dijo...

Lola Mariné, vaya pues aunque no sepa el día de tu nacimiento unas mañanitas bien cantadas a la manera de Jorge Negrete o de Javier Solís, tu escoges. Ya leí que tienes fecha para el lanzamiento de tu novela en septiembre y sí, vuelves a nacer sin duda.

Gracias por gustar de mis costumbres.

Un abrazo de fiesta naciente.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Marisa, gracias por no faltar a la cita mensual. Me alegra que estemos de nuevo en agosto.

Abrazazo "agostino".
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Gemma, dibuja que te dibujo dibujando que el flechador con el arco y yo con la pluma vamos llenando el tiempo que metemos en nuestras ollas.

Cuánta distancia entre dar en el blanco y el recorrido de la flecha.

Sabrá el rey Rodrigo de mi? o sabrá Huitayuta (deidad de la multiplicación del genero humano) que estoy pintando?

Gemma, sabes algo mas allá del dibujo?

Un abrazo flechado.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

María Eugenia, que canten las iguanas y la mujer rumbosa con su piña en la cabeza que para mí Oaxaca es magia deslumbrante y murmullo de lenguas y colores. Nunca he sentido la grandeza como cuando estuve en lo alto de Monte Alban. Una sensación soberana, muy distinta a la de San Juan Teotihuacan. En Teotihuacan se siente el cosmos y en Monte Alban se siente humanidad.
No he ido al Tajín, si alguna vez llego a ir, te cuento, pero Oaxaca es especial, es el México deslumbrante y desgraciado, fastuoso y paupérrimo, la sonrisa y el llanto melancólico.

Tuve oportunidad de conocerlo, no como turista, sino por razones de trabajo, en alguna época fui funcionario en el programa con Jornaleros Agrícolas y me tocó ir a las comunidades a tomar fotografías y a entrevistar a la gente, que por la miseria en que viven y con las tierras empobrecidas, venden su fuerza de trabajo, así son contratados en condiciones deplorables por la agroindustria del norte del país: Culiacán, Sinaloa y San Quintín, Baja California. Los camiones llegan a Ocotlán (a una hora de Oaxaca donde los días de mercado es en verdad una maravilla) desde Guadalajara y los enganchan en (contratan) para ir a Culiacán, 45 horas seguidas de viaje si es que no se descompone el camión, un calvario y así puedes ver como las comunidades se vacían cada ciclo agrícola, unos regresan y otros dan el salto a los Estados Unidos.
Tendría mucho que decir de Oaxaca, pero no te voy a abrumar y mejor te invito un mezcal en los portales después de visitar el Museo Tamayo.

Un abrazo con mi camisa bordada.
Sergio Astorga