lunes, 12 de noviembre de 2012

La merienda



Las sabanas olfateaban el momento. Limpias, perfumadas con ese aroma de lavanda tan digestivo para los amores que prácticamente no había manera de evadirse. La rotación de cuerpo coincidía con la mirada. Las manos escondidas eran la respuesta. La casa oscura y ninguna fotografía sobre la mesita de cama.

- Es curioso, se dijo. Tantas veces he visto tus contornos y ahora siento que no acabas. Te me expandes como el discurso. Como el apetito.

Entonces, sólo entonces, de una bocanada se alteraron sus papilas gustativas y rebuscó entre sus sueños el manual de la merienda. 

Sergio Astorga
Tinta/papael.

6 comentarios:

Sara Lew dijo...

Me encanta el dibujo, Sergio. Y el texto tiene frases exquisitas "te me expandes como el discurso". Qué bueno.
Un abrazo.

Myriam B. Mahiques dijo...

Te admiro, un texto inteligente, sarcástico y la ilustración absolutamente inquietante, hasta dientes veo. Un abrazo :)

Isabel Barceló Chico dijo...

Cama y merienda... una combinación muy sugestiva. Besos, querido amigo.

Sergio Astorga dijo...

Sara, tu sabes que la línea y la palabra tienen un bien común. Los ojos y el ido se juntan. Imágenes al fin de cuentas.

Abrazo escrito.

Sergio Astorga dijo...

Myriam, descubrí los dientes y eso me incentivó a poner el dibujo con el texto. Es curioso como se corresponden los momentos. Son dos actos que a veces los separan días y en un momento coinciden.

Abrazo sin dientes.

Sergio Astorga dijo...

Isabel, cuántas Romas no se han vivido entre el lecho y la merienda.
Binomio inquietador, ya en sueño, ya en acto.

Abrazos que coincidan.