Era un hombre que de tiempo en tiempo se pasaba las horas esperando un tiempo mejor. Nunca llegó porque no sabía si lo valioso había pasado o pasaba o pasaría. Según su estado temporal cambiaba de carátula. Sus manecillas se estiran o encogen según la prisa o el sosiego. Yo lo veo a la distancia y sé que su tiempo no ha pasado en vano.
Estar en el momento justo, es la aspiración de todo buen hombre que colecciona relojes y se toma el pulso y de esa sana manera ponerle al tiempo su mejor cara.