Se columpian al salir del sol y trazan con lápiz la nueva escalera. Al sol se divierten en el anonimato de sus pocos años con el vaivén de sus sombras y el borrón de los callejones sin salida se nota al alzar la vista.Al salir el sol, los suburbios se llenan de sonidos juglares y en los salones de estudio se queman las naves. Eran niños con sábanas de seda, que no tragan monedas en los recodos y han erradicado las coronas de espinas. Espinas que son monedas del pasado. Ellos quieren aconsejar a las tentaciones de los padres, aduanas con letreros que digan punto de encuentro.
Jugar y bailar con las pupilas sin esforzarse por una meta de juguete. Tener cosquillas en la mente para dar serenatas a las puertas de los conventos.
¿Ya no se acuerdan de saltar la cuerda? ¿Ni Jugar a las canicas? ¿Ni se lavan las manitas? ¿Ni pimpón es un muñeco?
El primero en olvidar lo hizo en si bemol. Y se agriaron los limoneros por que el relato se quedó anclado en su Babel.
¡Al abordaje! Los niños se columpian al salir el sol. La escalera desafía los cielos conocidos. El tatuaje gana los juicios sumarios. Porque en este barrio la morralla se columpia en el infante sol de medio día.