Llora solo con su trazos gruesos con un fin profundo. El más impuro silencio le murmura el reproche de estar vivo y crítico.
Persiste en llevar el pecho desnudo como cielo desconocido. Todo poderoso, su paso es un temporal entre los mortales. Su alma es invencible, mordidas a diestra y siniestra. Bernardo de Mallorca nació con un destino cruel. Un borrón detenido lo configura.
Sus vecinos le huyen. No toleran verse retratados. Es una amenaza por eso el celo de los diablillos arde.
Mi sorpresa disminuye, me consuelo, un continente nos separa.



