miércoles, 18 de febrero de 2015

El untoso



Cuando el untoso despertó, seguía siendo él mismo. Un vapor fétido se confundía con el olor a cloaca. Se hablaba a sí mismo con ese gutural acento que le daba el estar siempre a ras de suelo. No buscaba comprensión,le parecía un sentimiento infamante. Odiaba las necias preguntas sobre su condición. Esperaba un poco de perspicacia, si vivía en una habitación redonda, era más que evidente que sus hábitos eran circulares, casi esféricos. Cerca de los insectos, vacíos de pensamiento, se mezclaba con la expresión de la oruga, frenético por alcanzar distancia. Él no se queja y busca la humedad y los latidos de aquella brisa encallada en la tela blanca de los tendederos. Es mentira los que dicen que nació en la isla de Creta producto de los amores de la Diosa Dalia con marineros extraviados. El untoso nació en Brooklyn, el día en que que los mulos de Manhattan derrotaron a Chicago Cubs en 1932. Ese día las criaturas lunares proliferaron dejando prótesis en los corazones y banderines azules en las esquinas. Cuando el estadio se vacío, del Center Field comenzó a a salir el untoso lleno de musgo en las cienes. Nació adulto, sin dolor. Las hormigas furiosas lo atacaron y el untoso tuvo que migrar. Ahora vive debajo del puente. Recuerda que tuvo buenas costumbres y toma el te cuando dan las cinco de la tarde. Las bolsitas machacadas que recoge en los botes de basura no lo turban, lo que le molesta es esa agua llena de burbujas que oprimen el olor de la manzanilla. Algunas personas le avientan trocitos de pan al confundirlo con la desgracia. 
Cuando pasa una mujer rubia se turba, se retuerce, tal es la herida que le provoca el recuerdo de su madre. Se clava agujas en sus anillos corporales y chupa las pocas gotas de whisky de botellas abandonadas.
Cuando la ciudad hace gárgaras con los crímenes del día, el untoso se reconforta al saber, que bichos de su estirpe se extinguieron por falta de aprecio.
Yo sé que el untoso no le quita el sueño a nadie pero, cuando veas a un escarabajo emborracharse con las curvas del aire entre sus patas, no le preguntes por su origen y déjalo llegar a su destino.

Mixta/papel