Apenas tuvo tiempo de tocar el cuerpo de la idea, que
al sentirlo se escabullo entre la luz blanca de la lámpara de su escritorio. -De
un ojo a otro ojo el espacio se reanima- nos decía.
La realidad siempre ha tenido otra cara que se niega a
ser vista. Ciertas personan logran mirarla. Anastasio era de una de ellas. Como
todo hombre llevaba su mortalidad pegada a su frente como esas lagartijas que
se agarran a la piedra para calentarse. Contra todos los pronósticos, el buen
Tacho superó la infancia con pocas cicatrices profundas. Su vida escolar fue
lenta como el lijar de la madera que parece que no es visible su lisura hasta
que la tocas. Cuando parecía que el mundo era un campanario que tocaba a
rebato, el buen Tacho, desde el barandal de la Facultad de Antropología,
sintió, como se siente el roce de la sabana al levantarse, el pensamiento de
que los próximos años buscaría atrapar el lado oscuro de las cosas.
Ese vértigo de instante lo dejó inmóvil. Pasaron meses
sin que tuviéramos noticias de él. Un día llegó entusiasmado y nos alcanzó en
el pasillo de la facultad con una satisfacción en el rostro, no sé describir, como
esos rostros que adoptan una voluntad de vida.
-¡Abrí las lumbreras! He llegado a describir el día.
Tuve que inmovilizar al azul, para que me dejara ver hasta dónde llegaba la
realidad. Durante siglos se ha consumido con ademanes blancos. Lo intuyo. ¿Quieren
saber? He llegado a varias conclusiones
1 Las transfiguraciones sólo son apetitos de forma.
2 No hay lugares ciertos.
3 Estamos condenados al instante.
4 La incisión destruye las sombras de los dioses.
5 La luz se amolda como el barro.
6 Los epitafios son las únicas palabras inamovibles.
7 La otra cara de la realidad anda por el mundo
devorando sombras.
8 La otra realidad es blanca en fondo blanco.
9 Son caracteres bárbaros los que están escritos en la
cara que vemos de la realidad común.
10 Los ecos son visibles y las utopías la sostienen.
El buen Tacho continúo con sus indagaciones. Nunca lo
contrariamos para evitar confrontar realidades. Yo me quedé un poco aturdido y busqué
lo que Paul Valéry escribió en Eupalinos o El Arquitecto: “Las creaciones
humanas se reducen al conflicto de dos géneros de órdenes, uno que está dado y
es natural, sufre y soporta al otro, que es el acto de las necesidades y de los
deseos del hombre”.
Sí, el buen Anastasio apenas tuvo tiempo de tocar la
idea.
Sergio Astorga Acuarela/papel 20 x 30 cm.