Ha llegado en la vigilia con su rostro de río; con el reflejo destilado. Saboreando su estela, rebota en mi ojo la fortuna de ver llegar a esos seres intocables. Capitanes, generales anónimos con su banda sonora en los oídos, repitiendo el canto de generaciones pasadas cuando el vino llegaba.
Contienda de mayúsculas historias. Nada puede llenar las noches si no hay una aventura modelada por la corriente.
El *rabelo llega, y desde la ventana se suspende la cuenta de los días. El vaivén de las palabras salva el recuerdo momentáneo y predilecto.
El silbato hace puerto por la borda.
Fotografía: Ravelo por o río Douro