El Sr M. tiene la memoria martirizada porque las muelas del juicio no aparecieron a lo largo de su vida. Memorizó todos los remedios. Machacó dientes de león. Maceró margaritas. Masticó menta y ni por eso pudo mejorar su condición.
El Sr M. de mal en peor, marchó en toda las manifestaciones de dolientes activos, manteniendo el gesto, con el mentón apretado y los muslos atentos a la huída.
Con los años, el Sr M. llegó a tranquilizar sus meninges al memorizar las obras de Maurice Maeterlinck.
La inteligencia de las flores lo dejó materialmente mudo.