Cuando llegaron se perturbaron los sueños y un olor de animal se respiraba como un solo cuerpo. De sus arcas ni oro, ni mirra, ni incienso, solo aquel recuerdo pajizo, que hubo en algún día en aquel tiempo.
Algunos niños de mi calle se aferran a su existencia y miran al cielo y lo confirman, otros, se rascan la nariz para desterrar ese acre olor animal.
Desde entonces, aquí, en mi ciudad,la mitad de las personas en enero tienen el ceño del sueño ofuscado.
Sergio Astorga
Algunos niños de mi calle se aferran a su existencia y miran al cielo y lo confirman, otros, se rascan la nariz para desterrar ese acre olor animal.
Desde entonces, aquí, en mi ciudad,la mitad de las personas en enero tienen el ceño del sueño ofuscado.
Sergio Astorga
Tinta/papel 22.9 x 30.5 cm.