Prepotente rayo de sol, celoso de la luna, deja plateada el agua del río. La mirada cae en toda su gravedad. Desde el puente, parado en él, lo que abajo queda es un estallido de reflejos de brillantez sincera.
Tullida, la diminuta gente, sin saberlo, liba el entorno sin querer subirse al barco.
No se escuchan voces, sólo la vibración clavando su flecha en la isla del ojo. El torrente es tan vital, que el vacío parece el naufragio más profundo.
Fotografía: desde el Puente Don Luis, el río Douro y Ribeira; Porto, Portugal