miércoles, 8 de mayo de 2013

Esos días



Hay días en que  uno se levanta con el pie contrario. Con un sabor de legumbre y una parsimonia de membrana abatida. Esos días, porque todos hemos tenido días como esos, nunca pensamos vestirnos de azul celeste. Con trabajos podemos tener la cabeza en su sitio. Y no digo que dentro de ella tengamos ideas revoltosas o de peso. Simplemente no sabemos por qué nos sentimos extraños con nosotros mismos. Queremos rehabilitarnos  con el café con leche y un pan de mixtura untado con mermelada de higo. Ni así podemos explicarnos. No hay razones. No podemos irnos y luego regresar a vivir. Con el mismo miedo que tenemos a enfrentarnos al no, en este caso tenemos que decir sí, al menos por veinticuatro horas. Un poco más de tiempo en este estado y tendremos que pensar en buscar ayuda. Algún pariente lejano o en el Twitter o en alguna red social decente. Está claro, que para indecencias somos autosuficientes. No olvidemos que siempre corremos el riego de la incomprensión, del desencanto y en vez de sentir alivio nos podemos deprimir hasta llegar al llanto o simplemente a un lloriqueo vergonzoso. No hay que perder la compostura, el hábito, siempre higiénico de la templanza aunque tengamos destemplado el ánimo. Qué podemos hacer si así son esos días y aunque llevemos a los niños a la escuela, tengamos afilados los lápices  y nos refugiemos en la música de nuestros años  infantiles o en el declamador sin maestro, tendremos la misma sensación de calle vacía. Es inútil, les digo, porque esos días han hecho escuela en mi vida, es inútil insisto, saber el origen de este trastrocamiento. Tampoco hay que asustarse, no es una fatalidad. Es un tropezón del día a día, aunque hay que admitir que muchos no se levantan, quedan hipnotizados por varias horas hasta que admiten su incapacidad para afrontar los cambios y adaptarse a los inconvenientes. Tampoco es cuestión de tiempo, porque todos sabemos que el paso del tiempo no nos cambia y sólo nos quita la máscara.

Para no abrumarles y manchar la buena estrella que todos creemos tener en nuestro cielo les digo que es deseable poner las cosas en su sitio. Y en esos días, cualquier sitio es bueno.

Sergio Astorga
Tinta/papel 20 x 30 cm