Su canibalismo retórico le dio un rostro anárquico. Experimentalmente ni Picasso ni Dalí se encuentran en su persona. Su materialismo comienza con la letra A. Él, es ramplón. Su gesto no permite una percepción real. Físicamente tiene un perfil patológico. Un dolor de pájaro del sexto piso en el edificio central. Algunos niños le tiran palomitas de maíz. A él le duele, le quema los labios y su dolor se cristaliza.
Cuando fue de vacaciones su corazón encontró al cocodrilo del pantano. Pasó en vela tres semanas hasta que el ladrido de los perros lo adormeció. En sangre viva su memoria se refugia en el campo de su infancia, ensoñaba a su madre limpiarle los ojos. Después, una mueca lo azota en su casa.
Nadie lo saluda, por eso bajo la luna su rostro recuerda al lienzo cubista nunca terminado.
La inicial no siempre tiene el mejor comienzo.