¿Qué te sucede si conoces los detalles? Si la brusca
realidad se detiene y puedes contemplarla. ¿Iras recelosa a esconderte entre
las calles que conoces? ¿Buscaras abrigo en el silencio o tendrás la fortaleza
de empezar de nuevo? Ya lo has hecho. Recuerdas cuando tenias que lavar las
llagas de tu abuela, sola, niña, toronjil. Llegabas del colegio y afrontabas.
¿Qué podías hacer? “Eres mujer” te decían. “El orgullo de la mujer esta en la
sumisión” –te educaban. Y tú ya mujer, creciste pronto, pero algo en ti bullía,
natural, recurrente como la idea de un tesoro escondido, sí, era la intuición
de la libertad; el mundo que vivías era miserable, dominado por machos
creados por hembras dominadas a su vez
por machos y que su único refugio era el engaño o depositar la frustración en
la prole. Revelarse a ese mundo tiene un costo. Tú lo sabes y lo has pagado. No
te desalientas. Recuerdas las horas
filosas de estudio, las ganas de ser vencieron. Tampoco te ufanes, no. Tienes
que admitir que hay mujeres que les gusta ser sumisas, que han sacado
beneficios, que no tienen voz propia, que les gustan los hombres que maltratan,
que engañan, que usan y abusan de mujer.
Ellos se juntan de manera salvaje. “Nido de alacranes” decía Octavio Paz ¿Recuerdas?
Ya sé que no eres un discurso, que tienes un nudo por los círculos
del alma y la resonancia tiene que adecuarse poco a poco a su nuevo espacio. No necesitas
de hombre para valer.
Tú lo sabes.
Sergio Astorga
Dibujo en computadora.