La lluvia cae con ese frío azul inigualable. Los cristales chorrean; lentamente se confunde el mundo exterior. Los paraguas se abren y se agitan. La ciudad tirita y los ojos vagan extraviados. Un destino inaudible se adormece y esperamos a que la lluvia cese para abrir la ventana.
Nadie se atreve a preguntar si esto es posible.