viernes, 19 de febrero de 2016

Señal primera


Eran signos que la ociosidad vertió en el papel. Su oscuro mensaje se presiente, gira en su propia sintaxis y los sonidos atraviesan despacio: florecen.  El esfuerzo por tocarse, por salir en voz parte en dos el sentido del sentido. En el papel la lengua bebe dulce de tinta, no hay combate y los que miran parpadean, se toman las viseras para intentar interpretar el discurso. 
Hay un desierto en todo este amor de los signos, porque es amor los que los une y lejos del habla se prenden eternamente como si fueran compatibles en su avidez de forma.
Eran signos los primeros habitantes, cuando el fuego calentó sus manos.