Fueron saliendo una a una por los canales. Dicen que vienen buscando su infancia perdida. Muy temprano corren a refugiarse en la choza. Don Julian, dueño de la chinampa las mira con ternura y como puede las va colgando en los árboles o al rededor de su casa. No les pone nombre y las deja tal como llegaron. No las baña, ni las peina, ni les pone ropa.
La población de muñecas aumenta cada día. Don Julian ya no sale de su territorio tan ocupado en atender a tanta crianza.
Sus vecinos ya no lo visitan y esconden a sus hijas pequeñas de lo que llaman la isla de la muñecas. Tienen miedo de que ellas gusten de la canciones de cuna que se filtran por las noches.
Fotografía: Isla de las Muñecas, Xochimilco, Ciudad de México