Dormir dentro de una piedra y no importar que la boca se
llene de arena. No conocía el mar. Lejos de un puerto, al amanecer, con el frío
y la sensatez del calor de hogar. Tenía vergüenza de no conocer el océano. Una
mala fama que le afeaba su sonrisa. Sin visa y sin viso de viajar juntaba
estampitas de faros que pegaba en su agenda junto a la imagen de la virgen de
la Soledad. Así dicen los proverbios que hace el que sueña con la independencia.
Gangrena del corazón, pócima de aguardiente. ¿Cuándo
podrás tomar playa? No te compres guías de turismo. Hecha a andar un día
después. Cuando tus zapatos te crezcan. Cercenar con sangre fría al amanecer, los
mares del sur te esperan. Despídete y amotínate de esas lágrimas de niño
mimado.
Muy propio, Anselmo, con una maleta al hombro hizo
empresa con el rumbo y ahora se le mira ni fu ni fa por el puerto de Ámsterdam trabajando
de camarero. Se pueden imaginar cómo le cambió la vida y su salud. El río Amstel
no era lo que esperaba, él quería arena marina, por eso siente que duerme
dentro de una piedra.