miércoles, 12 de febrero de 2014

Suspicacia



Su cuerpo creció fuerte, redondo, con la suculencia del presagio y la cabellera suelta. No es bonita, decía su padre, tiene una nariz muy grande y caderas estrechas. No se parece a mi mamá. Confirmaba, cuando la levantaba de las axilas para revisarla. 
Para sorpresa de su familia ella creció con la rebeldía en sus ojos y ese fuego sofocante de la voluntad. No sabían que el misterio es gordo y duradero.
Cuando salió de casa, el odio de su madre ya había fermentado.
La han visto caminar por diferentes calles en distintas ciudades. Su semblante ha crecido dulce, han llegado noticias. Tan salida, tan ágil, que va quebrando las invisibles ataduras de los rostro mustios.
Todavía se escuchan algunos lamentos de muchachas atadas a la pantorrilla de la mesa diaria. Tal vez por el bochorno que produce la obediencia. 
Si tienes el buen fario de encontrarla por tu calle no pierdas el equilibrio porque cuantitativo, el suspiro que te saldrá tiene el natalicio mental del salto.

Acuarela sobre papel 20 x 30cm.