lunes, 14 de mayo de 2018

Le decían el "Cobra"


Astroso pero erguido al “Cobra” se le notaba la ambición con esas chamarras que usaba, de piel de caguama, de avestruz, de iguana y esas cadenas de oro entrelazadas con la imagen de Nuestra Señora de Los Remedios. Sus amigos, empleados menores, sólo tenían para un tequila o una cerveza caguama, los sábados en el negocio del Negro. Ese viejo adorable que les fiaba los tragos cuando no había manera de pagar. 
El Cobra era otra cosa, listo desde chavalito, sabía hacer negocios, le sacaba punta a toda situación. Televisiones, radios, salas y comedores, refrigeradores, joyas, y hasta casas en la Colonia del Valle. Todo vendía. Hipnotizaba con esa labia, te podía vender hasta tu propia casa. Y para cobrar… una Cobra. Por eso, una combinación de recuerdos y esa admiración por las noches en el Run Run, un cabaret de medio pelo, lo llevó al sin retorno.
Lo sacaron entre cuatro, olía a chupe y a cigarro. Siempre hay otro hocicón que también se cobra a lo grande. Si no, que lo diga la Bertha, una morena en disputa, bien cobradora.