El día de mercado tuvo la mala suerte de pensar en la pena de los otros. Todos murieron en la furia del combate. Los honrados y los justos volaron a su altura esparcidos por la plaza.
Tomó la fruta sin pagarla. No alcanzó a correr al bombardeo, y su ministerio fue quedar reunido en los muros, petrificado.
Es tan triste verlo con la boca abierta, que se me estrecha el alma de turista.
Fotografía: Marienplatz. Múnich.