En su perímetro
reseco
había un cuerpo.
Un muelle.
Un pegajoso rostro
afilado a su voz borrosa.
Ritual de alfileres
es su historia.
Un peso de humo,
un ritual pegajoso.
Una letanía de líneas
marca en el frío
un duelo pegajoso.
Un grano de sal
en el aliento
que se arrastra.
De su espalda
resbala,
al fin orilla,
ese deseo
pegajoso
y dulzón
de tu recuerdo.