martes, 14 de mayo de 2013

Amor vago



Esa noche esperaba con tedio la llegada del príncipe como en los viejos tiempos. Olorosa, sabía que el prodigio podía beberse si ella deshojaba la lava que se amotinaba en su pecho. 
Así, como el niño que con bárbara ternura juega con los trenes, ella tenía la certeza que sería la elegida entre todos los corazones forasteros. 

Sin embargo, a la voz de la rutina, miró como se fugaba su perfume entre las dudas ajenas y los recatos virginales.  

Sergio Astorga
 Tinta/papel