Ya se quebraron los cielos,
los dioses desmembrados yacen
huérfanos de corazón,
sin paladar
sin pulmones
roídos de polvo
con una tos de tísico.
Fue célebre en su tiempo
la creación del mundo,
el hastío y las arrugas lo atestiguan.
Fue entonces que la noche
llovió en la ciudad;
los ancianos cortaron sus brazos
y del tórax de la tierra nació negro,
feo: el ombligo del lagarto.
En el ombligo
la mañana y los días
se queman a sí mismos.
Aquí volvimos a nacer,
donde esta la dualidad
las vértebras del agua
los remolinos de ceniza
y el regreso del pánico
mordiéndose la cola.
Es aquí,
por el espejo
roto del Duero
que mi ciudad vaga sola
de silencios,
entre himnos y ruinas,
de memorias.
Sergio Astorga
* "Himno entre ruinas"Acílico sobre tela 60 x 80 cm. Exposición homenaje a los 10 años la muerte de Octavio Paz.