Cuando paró de llover, una serie de reflejos saturaron el
día. Ninguna minificción ha recogido ese instante. Han pasado varios años y las imágenes siguen como un prodigio en la memoria de los testigos.
Desde esos días se aprecian dos danzantes. ¿Por qué
danzan? Es la pregunta
persistente. Se han congregado
sapientes pulsadores de palabras para
develar el misterio. Por desgracia, no
han llegado a conclusión digna de ser relatada.
Sin embargo, no se pierde la esperanza de que algún día
se abra una convocatoria para resolver el enigma en 140 caracteres.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 60 x 80 cm.