Con un trozo de manguera en la mano, un impermeable raído hasta debajo de las rodillas lo vi entrar afligido. Me extendió la mano enguantada y con trabajos pude sostener la tarjeta que me ofrecía.
-Tengo cita con el doctor, me dijo.
Lo siento Sr. Rallo, pero los martes el doctor no da consulta. Tiene que llevar a su esposa al circo, tiene delirio por los payasos. En realidad su esposa lo acompaña, para él sería una vergüenza que sus pacientes se enteraran, como si ustedes no se dieran cuenta de su gran nariz roja y sus grandes zapatos multicolores y ahora le ha dado por usar una peluca rubia y lacia.
-No me interesa. Me urge ver al doctor. Estoy en crisis.
Ví claramente como se quitó los guantes y saco un encendedor de sus cinturón. Tomó los papeles del escritorio.
-Espere! Voy a intentar localizar al doctor. Marque el 911 y de inmediato dije: a aquí tengo al incendiario. ¿Puede venir inmediatamente?