En el ir y venir se presiente la trascendencia como si
fuera un rumor. Si nos jalamos las orejas un arco iris de siete manos aparece.
Los caracoles ya extraviaron la adivinación. El león arde en su melena y el
fuego consume el llanto por saber.
En el ir y venir la obstinación renace, como lo hacen
los jardines.
Sergio Astorga Acuarela/papel 20 x 30 cm.