Aquí está el Sr. Q. con el queso a media palabra. Quiere una profesión que no lo deje zoquete. Así es la herencia de familia, siempre inquieto, chiquito y con el pelo en mantequilla. Un día quiso usar maquillaje porque iría a tocar en una orquesta, fue al peluquero, compró un equipo de sonido para adquirir buen oído, aunque aprendió con rapidez, se queja de poca equidad en la selección.
Aquejado, se sentía un mequetrefe, hasta que tomó un curso de mecanografía. ¡Me cachis! con tan mala suerte que ya se encuentra en desuso tan noble oficio. Tuvo que cambiar de enfoque, ahora busca en los manuales de arquitectura y de química para encontrar equivalencias, no quiere sentirse enquistado en la queja.
Quizás lo consiga.