En el altar de la fuente la caída del ángel abrazando el agua fluye como sangre viva e incolora. La monotonía se observa cuando quedamos a mirar enfrente de ella. El pelícano es testigo del cielo en el viento de la boca de agua. El liquen al sol es el camino mudo de la monotonía. Los días hacen pausa, los siglos avanzan en horas. Entre tantas pérdidas la compañía de la conciencia me distingue.
Los iguales no existen. Si miras otra fuente igual, olvídala. Discurramos con la palabra que no disimula.
Agucemos el oído.