lunes, 18 de septiembre de 2017

El Señor Bartlett


La felicidad ajena no lo corrompe, el Señor Bartlett, lleva en su barriga la dulce forma de su dicha. Lujurioso, su dulzura lo desborda. Su guardarropa gira en la espiral vegetal. Camina ingrávido por las calles y en su cerebro gira la idea de ser un testículo verde de sereno dialecto, cargado de vitaminas y en armónica danza. Sale ileso de la fatal mordida que le asecha y lo sabe, cuando siente cómo lo miran con la avidez del frutícola. Con un guiño los deja embelesados en ese óvalo perfecto y silencioso se marcha sonriente. La belleza esta en mi vientre, presume.
Ingenuo, como todos los dichosos, No sabe que toda estética tiene su trinche creciendo en el crepúsculo.