He sido comida por el aire no por los hombres. Aires grandes y suaves que me han dejado con los huesos.
Mi carne es la tarima de noches frías de tabaco y de esos humos negros que te embriagan.
No tengo lagrimas, todas las dejo en el hotel y en el vidrio del brindis.
Me duelen más los tobillos que mi vientre porque está vació de tanto recebo, en cambio mis tobillos giran, se hinchan al ritmo del danzón y me duelen, me duelen mucho como el sueño.
Mis labios son rojos porque quiero y me visto de domingo para gastar las miradas de los jóvenes que pasan.
Soy generosa, voraz y cordial a la hora del hambre y me enamora que me digan bella.
Soy Catrina y por eso éste aire me devora.
Sergio Astorga
Fotografía Graciel Iturbide