Los grises
Se perdieron en el asiento trasero del día jueves. Su fracaso comenzó en el escote de su juventud cuando impúdicamente gastaron su primavera en besos pasajeros. Llevan luto y su tiempo es un bosquejo a lápiz. Sus pasos de salón, no les alcanza para la cercanía de almohadas ni sábanas blancas. Ahora que están aislados, sin trabajo y con mala sangre en los pulmones, recuerdan que una vez, cuando el perfume todavía olía, que las ganas de trepar a las ventanas dejan cortes profundos en los dedos y que dormir de día acaba por prolongar la noche.
Ahora que todo es presente piden que les vuelvan a contar el cuento, para ver si consiguen cambiar el final.