Él se decía impresionista a pesar de que su origen nórdico lo ubicaba en la individualidad expresionista. Era verdad, su espontaneidad era deformada, irracional, no aceptaba el mundo histórico que le tocaba vivir. Estaba en contra hasta de sí mismo y de alguna manera buscaba un primitivismo emocional. Pero, ¿porqué entonces se auto nombraba impresionista?. No lo sé, pero en realidad su sentido de la posible catástrofe civilizadora lo desbordaba. Ruinas y cadáveres en su entorno, desarraigo. “Soy espiritual, afirmaba, busco el contacto con la naturaleza, el canto del cisne blanco, la fusión con la luz y su entorno. Soy positivista, instrumental. El progreso me entusiasma”. Sin embargo, su fractura con el día a día, lo hace vivir con la angustia del fin.
Si ustedes viven en el filo de la navaja, tal vez tengan que mudar su concepto estético.