Cargado de occidente, con sus cielos de amor y de platino relincha a cada paso. Poco a poco sus pesuñas se hicieron planas, tal era el peso de los símbolos. Se cuidaba así mismo, era víctima y verdugo a pesar suyo. No se preocupaba del futuro, porque el peso era tal, que desde que fue comido el primer cadáver y se atravesó la primera pradera, su talante se volvió indiferente al instinto de conservación. Nunca gustó de los héroes, ni de los habladores con sus férulas de deseos; ni de los niños que no crecen. Sus caídas tienen la arquitectura de la soga. En su grupa se entumen las bacterias y los dolores de los pueblos. Su pasión guerrera no ahuyenta de su aliento el martirio de los que nacieron de la cópula de hembra.
Le llaman el giboso y su reino es metódico y extenso. Lento y colorado arrienda su físico al cansancio.
Los que usan zapatos y tienen deudas, dicen que el plural es mejor que el singular. ¿Lo quieres ayudar? Se solicitan voluntarios.
Tinta/papel