Oteando su sintaxis gris de paquidermo, el elefantilo levanta su trompa y un gran acueducto amoroso se desparrama por la estepa africana. No quiere inventar un ágil encuentro con la amada, se esfuerza por explicar su volumen con la ternura que le aguarda detrás de sus orejas. No será con la esgrima verbal con lo que logrará su conquista y es la prudencia de su memoria lo que fascina. Esquiva sus marfiles y le sirve de brújula el instinto de manada. Nadie sabe que su enorme intimidad lo tiene atrapado en un balbucir incomprensible. Obstinado, anda por verdes de artificio. Nadie lo mira. El viento no trae el perfume de la amada y otras faunas lo confunden. Su esfuerzo solar no trae el triunfo nocturno y ausente, el horizonte pulimenta su sueño zoomórfico de amante.
Sergio Astorga
Acuarela /papel 58 x 22
Sergio Astorga
Acuarela /papel 58 x 22