Maniático de los cometas sus días eran crudos intentos por verlos pasar. Su cuello voluntarioso, desfallecía después de cinco horas al permanecer rígido porfiando cielo. Más allá del desencanto, es un orgulloso cazador furtivo de pedruscos luminosos. Friolento y testarudo, es un nigromante devoto. Su palidez es la del pájaro que no logra atrapar en su pico la rama para el nido.
Cabizbajo por la experiencia fallida, su candor no se frustra y logra de los vecinos, el respeto.
Si la hormiga se fatiga de cargar la hoja y el mismo sistema solar se agota, tenemos la esperanza de que algún día, un asteroide piadoso haga una pausa y se deje mirar.
Sí alguien tiene entre su conocidos un Merlin, háganle saber que buscamos orientación. Las noches andan sin rumbo y ya nos cansamos de verlo pajarear, como si no hubiese otros universos.