Se descuaja la calle entre bocinas y neones de luz. Todo es igual, losas de asfalto donde brota el grito de costado y los nombres de las cosas vivientes se guardan en el aparador y en la reventa.
Como fruto callejero Mike ronda por las esquinas buscando el trinche para comerse el sueño filoso de las bocas del hambre. Son grises las lenguas que lamen los edificios, y los zapatos de caguamo de los ejecutivos llenan de musgo las calaveras en las esquinas.
Las cucarachas Mike, te suben por tus huesos y la cuchara de tus ojeras se llenan de comida fácil. Las cacerolas móviles con sus radios encendidos aturden tu garganta de humo. Tus venas Mike, no tienen puertas ni rubor. Tu piel se obstina en tatuarse de mariposas y en las azoteas, las sabanas colgadas como clorofila ondean por la noche cerrada como un puño. Las ventanas huelen a whisky y los torsos blancos de las almohadas están llenas de abandono.
No existe el norte ni el sur en este tanque pulido Mike, es un eclipse solar permanente y en este negro puñal no hay néctar, sólo la sangre desteñida moldea los floreros.
Aquí los árboles son subterráneos y los crímenes son monedas de cambio.
No hay salida Mike, entre la 127 y la 18 las ratas arañan la mirada y los sapos laten su último suspiro.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 30 cm.
Como fruto callejero Mike ronda por las esquinas buscando el trinche para comerse el sueño filoso de las bocas del hambre. Son grises las lenguas que lamen los edificios, y los zapatos de caguamo de los ejecutivos llenan de musgo las calaveras en las esquinas.
Las cucarachas Mike, te suben por tus huesos y la cuchara de tus ojeras se llenan de comida fácil. Las cacerolas móviles con sus radios encendidos aturden tu garganta de humo. Tus venas Mike, no tienen puertas ni rubor. Tu piel se obstina en tatuarse de mariposas y en las azoteas, las sabanas colgadas como clorofila ondean por la noche cerrada como un puño. Las ventanas huelen a whisky y los torsos blancos de las almohadas están llenas de abandono.
No existe el norte ni el sur en este tanque pulido Mike, es un eclipse solar permanente y en este negro puñal no hay néctar, sólo la sangre desteñida moldea los floreros.
Aquí los árboles son subterráneos y los crímenes son monedas de cambio.
No hay salida Mike, entre la 127 y la 18 las ratas arañan la mirada y los sapos laten su último suspiro.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 30 cm.