Juguemos al amor sin precio hasta que las monedas de uso corriente llenen la alcancía. Cuando lleguemos al último cielo no faltará la ropa interior colgada al alba. Los besos conocidos se derramarán de noche y de día. Improvisemos una quimera, pongamos la cadera y pantorrilla para que los cuentos de hadas comiencen con esta madrugada. Las ojeras no se las llevará el viento y el desayuno tendrá el futuro entre el pan con mantequilla. Con el lápiz de labios color carmín retocaremos el desamor que pasó la frontera. Se amotinarán las horas de despedida que no supieron nadar a la hora del té.
Las escaleras de caracol son ideales para jugar al amor, los saben todos los enamorados que conocen a Chabuca y que nunca deshojaron margaritas. La noche dormirá en camisón y no sabrá hacer turismo. Juguemos al amor y empeñemos el reloj de pulsera que no dolerá la flor de un solo día.