Corrían años actuales y una queja se escuchaba, tipluda, desmembrada - ¿No entiendo porqué me partieron la nariz? Soy simpático, ocurrente, bebo mucho pero bien, no ensucio mucha ropa. Ella me tiene que obedecer, es lo correcto. Hay que tener educación, digo. Ella está para servir, todo mundo de bien lo sabe. Es en verdad un atentado, es no entender al mundo. Golpearme a mí, que soy todo dulzura y diplomacia. Tengo mi parte buena y generosa, ¡claro! hay que descubrirla, hay que esforzarse, no todo es así de fácil.
Cómo dice el tango, el mundo es un desatino, mira que hablar de igualdad. ¡Ay, qué tiempos!.