Con los ojos abiertos, promiscua, la letra E sube y baja en la escalera solitaria. No se oye de tan roja. En su oleaje la voz es su presentimiento. Las frentes secas la miran. Todos nosotros, estamos amordazados por la letra A y su prominencia, el aire trabaja puliendo el silencio.
Nos obstinamos, al fin lectores, y el trueno chorrea entre los dientes.