De ébano, idéntico a si mismo,
ni siquiera la avidez del destino
perturba su hábito espiral.
Lo pulen arenas del desierto
y vergeles matemáticos.
En la entrada yace un Ícaro insepulto,
un Dédalo inventivo
y un largo tiempo emparedado.
Aún se conmueven,
al contar sus historias,
los caminantes que perdieron el retorno
y que viven como epígrafes
de viaje para los que parten.
Dichosos aquellos
que confiaron en los astros
y encendieron sus antorchas.
Tal vez por eso, un cálido cansancio
recorre la memoria del Egeo
y un goce rutinario llega a puerto.
Sergio Astorga
ni siquiera la avidez del destino
perturba su hábito espiral.
Lo pulen arenas del desierto
y vergeles matemáticos.
En la entrada yace un Ícaro insepulto,
un Dédalo inventivo
y un largo tiempo emparedado.
Aún se conmueven,
al contar sus historias,
los caminantes que perdieron el retorno
y que viven como epígrafes
de viaje para los que parten.
Dichosos aquellos
que confiaron en los astros
y encendieron sus antorchas.
Tal vez por eso, un cálido cansancio
recorre la memoria del Egeo
y un goce rutinario llega a puerto.
Sergio Astorga
"Paz y su Laberinto" acrílico/collage/tela 35 x 92.cm. Exposición homenaje a Ocatavio Paz.