En azul manso la encontraron. Una palabra oscura la habitaba. Una palabra como un ruido, como un hueco, como una B contenida. Desde niña un canto mineral la cortejaba, su madre venida de costas portuenses le dejo una seña de corriente pensativa.
Llegó a la isla de Madera de pequeña.
Su vida se fijó como la espuma, como un físico sueño entró a la memoria de los habitantes. Mansamente su rostro quedó atrapado en las redes del naufragio.
Ayer, la encontraron transparente, oprimida en el agua. Su mirada vacía conmovió a los bañistas que desde entonces la pintan en los muros para darle sentido a las visitas curiosas del verano.