En la percusión de la tarde hay un enero. Recuerdo la ingratitud del punto final, la equidistancia de los óxidos y las ganas de sonorizarme habitan el recuerdo de Bizancio y del coñac.
La conga toca a lo lejos en el hermético foro de las baterías.
En la percusión de la tarde hay un enero. Recuerdo la ingratitud del punto final, la equidistancia de los óxidos y las ganas de sonorizarme habitan el recuerdo de Bizancio y del coñac.
La conga toca a lo lejos en el hermético foro de las baterías.