un hábil frío se destila
por la redonda casa.
Un encono de deseos,
una labia de apóstol,
un rostro afrodisíaco
y anémicas niñas de vecindario.
Cuando la noche define
lo que ignoro, se coteja
el rubor de las ciudades,
el dominio del fuego
el avance de la rueda
y el pastoreo de la semilla
en la máscara del rito.
Cuando la noche se traga
la luz de los azules,
los cuerpos vagos sin sombra
perfilan su fonema
y las columnas del templo
olvidan fértil tierra
en falsos paraísos.
Cuando la noche se espanta
de tanta inmensidad,
son gestas de amor
la piel de los recuerdos,
legítimo el sudor,
y es fácil ver de frente
la dignidad de los escombros.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 56 x 76 cm