A plena luz de la mañana al subir por la escalera de las verdades nos inunda una esperanza que se termina al llegar al final. Al bajar la lucha es la misma. La inocencia se despierta y arde. Ascender o descender tiene la misma sensación que vaciarse, como ese copo de vino que nunca se repetirá en su cosecha.
Fotografia: Escadas das verdades, Oporto, Portugal.