Este cuerpo se deletrea con la línea. Se inscribe en
ella. Distorsiona su forma en el papel sofocada por querer entrelazar sus jugos
ocultos. Nadie lo llevará a su casa porque lo íntimo se queda en la hoja, en
las palabras que fueron dichas antes de que la ociosidad lo creara. Este cuerpo
creció desbocado con el rostro tan parecido a sí mismo que la invención de la
noche ya no es necesaria. Este cuerpo exige perseverancia, detenerse en sus
caderas y descifrar las ciudades que están inscritas. Este cuerpo reposa en su
propio cuarto, al que siempre le nacen planos lisos. Sus manos están abiertas y
desconoce que la línea que lo hizo es la única razón de su existencia. Este
cuerpo tiene la luz del papel y sus recuerdos de niña son ademanes que se fugan
en sus muslos. Este cuerpo es blando como los signos del amor. Este cuerpo
sostiene la orientación de la vista. Este cuerpo es imaginario como el olor del
jardín que todos deseamos. La imagen busca un acto de belleza, el mismo acto de
belleza que se ha colado siempre en el desayuno junto al pan y al jugo. Este
cuerpo tiembla cuando prospera; parece que
se fuga si le quitas la vista. Este cuerpo se inclina cuando el calor ondula
debajo de sus axilas. A veces, un Narciso repulsivo vira la vista para otro
estanque, pero siempre regresa disuelto en la satisfacción del retorno. Este
cuerpo tuvo su recorrido académico, oculto, y cada camino que busca una interpretación
pierde piso y cielo. Este cuerpo, mantiene en vilo el recuerdo vivo y la intensa
sensación de tu espalda enorme. Este cuerpo es el antídoto en papel de todos las
horas vacías.
Este cuerpo sigue en línea.
Sergio Astorga
Acuarela/papel